Probablemente todo el mundo ya ha oído hablar del cambio de nombre de la empresa Facebook (que no de la red social) en Meta. No es casual, y responde a la alineación estratégica de la compañía con una relativamente nueva tendencia de la que oiremos hablar, mucho más, en los próximos tiempos: el metaverso y la tercera versión de la web, ya llamada web3 o web 3.0 .
El metaverso no es nada nuevo, pero las tecnologías actuales permiten reavivar un viejo sueño (cuyos fundamentos fueron puestos hace un montón de años por personajes visionarios) y construir universos paralelos (digitales, eso si) donde poder vivir y interactuar con el mundo real. Un ejemplo histórico de metaverso es el videojuego Second life, nacido en 2003, donde el usuario elige su avatar (alter ego) e interactúa con los demás en un entorno virtual. Otras aplicaciones como Foursquare en su momento permitían la compra de territorio digital sobre un mapa real con objetivos comerciales basados ​​en la geolocalización.
El problema de todas estas plataformas ha sido siempre la monetización de su uso. Es decir, la conversión del servicio prestado en ingresos. Ahora parece que la cosa está cambiando gracias a la popularización de tecnologías como blockchain. Podemos empezar a experimentar con el metaverso descubriendo algunos como Decenterland, Superworld, Somnium Space u OVR, que son probablemente los más populares, para hacernos una idea sobre cómo funciona todo esto. ¿Cuál es el mejor? Pues todavía estamos lejos de poder afirmar cuál será el vencedor, más que el mejor, porque de esto dependen muchos factores, como el número de usuarios y las utilidades que se encuentren. Por ahora, el ocio con todas sus letras se lleva la palma en cuanto a servicios que podemos encontrar.
Uno de los elementos decisivos para el impulso de este concepto es el interés que tengan las empresas. Y esto no es menor, porque ya existe una forma de crear y poner a disposición de los usuarios productos virtuales "únicos" que pueden ser comprados y vendidos, con certificado de producto original. Así, podemos comprar cosas como obras de arte, vestuario de todo tipo, territorios, edificios, con la certeza de que nos quedemos un producto único. Éste es el secreto, y esa exclusividad que hace únicos los productos la proporciona la tecnología blockchain que, de hecho, es distribuida, no pertenece a nadie y la controla la comunidad, lo que la hace invulnerable en cuanto a falsificación. Algunas empresas ya han entendido lo que está a punto de llegar y han aprovechado la oportunidad para empezar a fabricar estos productos virtuales (llamados NFT) con un doble objetivo: el lucrativo y el de liderar esta nueva tendencia. Os animo a buscar en la red el significado de esta sigla: NFT, seguro que la iremos sintiendo constantemente en los tiempos que vienen.
Blockchain conduce, también, al sueño de la web3, donde el poder de los datos migra de las grandes tecnológicas a los usuarios, amenazándolos con un importante cambio de modelo en la red.
