No, tampoco al coronavirus. Lo que nadie esperaba, y con lo que nos hemos topado, es el aumento de demanda de plazas en la formación profesional. Desde que yo recuerde, la sociedad ha ido reivindicando, año tras año, el merecido prestigio de estos estudios.
La FP, entendida como una oferta formativa reglada tras los estudios obligatorios, consta de dos grandes bloques a los que se accede de diferentes formas: ciclos formativos de grado medio y ciclos formativos de grado superior. En el primer caso, se puede acceder inmediatamente después de haber finalizado los estudios obligatorios (y también a través de programas de garantía social) mientras que, en el segundo caso, es necesario haber completado un ciclo formativo de grado medio o bachillerato.
Fijémonos en un detalle: la formación profesional utiliza la palabra formación en lugar de educación. Y es que debemos tener clara la diferencia entre estos dos términos ya que, aunque son muy cercanos, marcan una clara diferencia en la intención de su uso. Mientras que la formación se refiere a la transmisión de conocimientos aplicables casi de forma inmediata en respuesta a necesidades que normalmente provienen del mundo del trabajo, la educación habla de la transmisión de valores con efectos a más largo plazo.
El nuevo gobierno del Estado español está intentando llevar a cabo una revolución en el ámbito de la formación profesional, y prueba de ello son el cambio de nombre del ministerio correspondiente, que ha pasado a denominarse Ministerio de Educación y Formación Profesional, y la inminente aprobación de la Ley de FP, que incluye importantes cambios a todos los niveles, destacando nuevos tipos de certificación y mayor presencia en las empresas.
Todo ello está levantando mucha polvareda, como era de esperar, y genera un gran debate sobre las competencias autonómicas, entre la reivindicación de empresarios y sindicatos, en busca de su papel en estas nuevas reglas del juego.
Sea como fuere, estamos asistiendo a un aumento sin precedentes de la demanda de plazas en formación profesional, que supera el 23%. Quizás, después de tantos años, la sociedad haya entendido mejor la función de estos estudios y la necesidad imperiosa de que la sociedad y, especialmente el tejido productivo, tenga más perfiles profesionales relacionados con los oficios que personas con nivel universitario. Tal vez, finalmente, le hayamos dado la vuelta y ya no estamos orientando a nuestros hijos, solamente, hacia títulos universitarios. Quizás pensemos más en su futuro inmediato y en la incorporación al mundo productivo real que en el supuesto prestigio de terminar una carrera universitaria.
Quizás sea así, pero lo que está claro es que el sistema no estaba preparado para ello y, a última hora, ha sido necesario hacer malabarismos desde el departamento de educación de Cataluña, pero también desde sus homónimos en todo el estado, para tratar de atender a todas las solicitudes. No es necesario entrar en detalles en los números, pero es interesante conocer, al menos, un par. En junio, más de 12.600 personas que habían solicitado cursar un grado medio, más de 300 en la comarca de l'Anoia, quedaron sin respuesta. Ahora, en septiembre, las cifras han caído porque muchas de estas personas probablemente han optado por otros estudios, se han desanimado o, con suerte, han encontrado trabajo. Y si nos fijamos en otro número, 1.323, son los alumnos los que se han quedado sin plaza en los estudios que querían realizar. La consejería dice: "intentaremos redirigirlos a otros estudios de FP con menos demanda, ya que todavía hay plazas libres", pero ahora imagina la cara que le quedará a un estudiante que quiera hacer informática y sea derivardo a cocina.
Esperemos que las cosas se estabilicen con el tiempo, puesto que ahora ya es demasiado tarde, y alegrémonos de este cambio de tendencia a favor de la FP que, aparte de las estadísticas, también nos llegan noticias que demuestran el interés de la sociedad por ella: "Los fondos de inversión están buscando negocio en fp ante la creciente demanda y la escasez de plazas".
Da que pensar.
(Traducción Google Translate)